La imagen de dos almas en comunión surge desde los albores de los tiempos. Amigos, amantes, padres, el motivo de la unión de dos seres fascina. Desde el Paleolítico, donde sólo aparece subliminalmente en una figurilla femenina erotizada, ha habitado todas las épocas.

Precursoras de la reivindicación de una igualdad siempre esquiva, en las estatuas de pareja del antiguo Egipto, hombre y mujer son tratados de manera idéntica, en dimensiones, posturas y la reciprocidad de gestos tiernos.

Esta misma civilización nos ha dejado el primer vestigio conocido de amor íntimo entre dos hombres, un retrato doble de perfil, mirándose a los ojos, acompañado de la leyenda «Khnumhotep y Niankhkhnum vivieron juntos y se amaron apasionadamente».

En nuestra época son pocos los artistas que no se han enfrentado a ello. Imágenes de abrazos y complicidad, pero también de tensión donde el espacio entre los protagonistas se impone como una tercera presencia. Complejo en la gama de situaciones y sentimientos a traducir, este motivo tan revisitado puede resultar cansador, parecer redundante, incluso “trivial”.

Es la singularidad de la mirada del artista lo que la renueva constantemente, como un encuentro que tiene lugar ante nuestros ojos. Por todo lo que la imagen de la pareja nos dice sobre la humanidad, profunda, original y esencial en el sentido etimológico puro, su magia y su misterio nunca se agotarán.

En la procesión de Orfeo, Apollinaire presenta al gato, la tortuga, la mosca, la pulga y el pulpo: «Este monstruo inhumano soy yo mismo», escribió sobre este último. En una época en la que nos apasiona la unidad de la vida, ¿sería muy diferente el bestiario actual? En primer lugar, incluiría un Adán, El hombre feliz, de Anne Roger-Lacan, y una Eva, Una dama muy selecta, de Marcel Miracle, que cobrarían vida con alegría, como las gemelas bailarinas de Elsa Sahal. En este bestiario habría animales melancólicos, quizá cisnes-pelo como el de Erwin Olaf, ositos de peluche como el que sostenía en brazos la joven embarazada fotografiada por Sophie Bramly. Habría dinosaurios de plástico clavados como mariposas en un gabinete de curiosidades de Mark Dion, y tal vez también un Mickey ligeramente abollado, arrastrado por la corriente hasta la playa, atrapado con la nariz hundida en la arena por Tami Notsani. Algunos animales son un poco como máquinas, como el robot desordenado de Zhenya Machneva. E incluso máquinas rotas, como la de For Things That Remain Raw, de Nelson Pernisco. Todas serían quimeras, cada una a su manera, como La diosa de la luna verde de Françoise Vergier o El trino de Mimesis y Hibisco de Seb Janiak. Algunos tendrían alas como este pájaro-flor de Jean Messagier, como las criaturas de Maya Inès Touam, como este pez-ola de James Rielly.

Delante o detrás de la cortina, estoy en el umbral del próximo capítulo de mi espacio de felicidad, la danza. Plenamente en el momento, lo más cerca posible de mi conciencia, mirando dentro de mí y hacia los demás a través de la entrega, mi gratitud hacia el público y el deseo de transmisión que está en el corazón de nuestro arte.

Antes de que caiga el telón, y en cada momento que sigue, interpreto una miríada de gestos que acojo dejándolos habitar en mí y domesticándolos pacientemente.

A través de mi danza espero traducir el alcance de nuestros estados de ánimo y nuestros estados de ser; el vértigo y la resiliencia del amor que es una redención; la gracia infinita que está en todas partes en la naturaleza y cuyo misterio albergan nuestros propios cuerpos; demostrar que la diferencia es obvia; Rellena los puntos en la inmensidad del universo y conéctalos entre sí. Haz de cada uno un espacio de felicidad. Hazlos brillar como estrellas.

Esta selección de obras es el esbozo de un retrato de mi historia.

Gracias a Renato d'Agostin, Rebecca Amsellem, Théo Antonin, Hannah Archambault, Paz Borquez-Chevallier, Frédéric Fleury, Bérangère Fromont, Alice Grenier Nebout, Eric Grizard, Alice Goudon e Irma de Rean, y a esta perspectiva de época anónima que devuelve a la vida los albores de la modernidad en la danza.

A través de una selección de obras que tienen la noche como tema común, la curaduría “Insomnio” expresa la complejidad de las noches de insomnio. Pasar horas esperando, viajando, donde el único rastro de vida está donde hay luz: un edificio, un estacionamiento, una gasolinera, en la esquina de una calle de un pueblo de mi infancia, L’Union. Estos puntos de luz iluminan los pensamientos oscuros de nuestras noches de insomnio. Estas noches sin descanso, pasadas horas pensando, analizando, preocupándonos, lejos de la euforia y los excesos del día, dejan que el vacío nos tranquilice. La obra de Adam Akner “Luminous Solitude” nos sumerge en este momento suspendido en el vacío. Así que al final, tarde en la noche, con las luces todavía encendidas, desplomado sobre una mesa, ¡allí estaba, por fin dormido! Los sueños reemplazan el vacío. Bajo los focos de un teatro o soñando con una puesta de sol, Nathan Ghali con su obra "Qui dormment paixement: Anne Hélène" expresa el confort del sueño donde la frontera de la realidad se difumina para un mundo que le resulta verdaderamente reconfortante.

Para su edición 2025, la Nueva Primavera se apodera del barrio de Saint-Sernin y asocia al artista Kiddy Smile. El festival reafirma su nueva fórmula y consolida las relaciones que ha forjado con la ciudad y con artistas de aquí y de otros lugares. Defendiendo un arte para todos, anclado localmente, artísticamente exigente, vanguardista, La Nueva Primavera apoya creaciones o experiencias artísticas colectivas, abiertas al mundo y responsables de nuestros entornos. En diálogo con espacios de arte y nuevos lugares del barrio, Kiddy Smile y sus invitados crean una serie de exposiciones, reuniendo múltiples prácticas artísticas, para revelar otra nueva visión del arte. En esta ocasión se trata de una constelación dedicada al amor, a los vínculos y a las familias que se va formando y ofreciendo de lugar en lugar: invitaciones realizadas por Kiddy Smile a artistas y obras que expresan el deseo de estar juntos, con respeto y orgullo.

La historia de la fotografía de arquitectura comienza entre 1826 y 1827 con la fotografía más antigua conservada del mundo: "Vista desde la ventana de Gras", un heliógrafo de Nicéphore Niépce, su inventor. A principios del siglo XIX, los daguerrotipos utilizados en la época requerían un largo tiempo de exposición, lo que hizo que la arquitectura se convirtiera en un tema inspirador que cautivó a los fotógrafos con sus curvas y líneas arquitectónicas. Los fotógrafos documentaron la construcción de la Torre Eiffel, el Metro de París y los rascacielos de la ciudad de Nueva York, capturando el trabajo de arquitectos famosos como Le Corbusier y el movimiento Bauhaus. Más recientemente, “urbex”, abreviatura de exploración urbana, tiene como objetivo explorar lugares abandonados. Las imágenes producidas reflejan una arquitectura probada por el paso del tiempo. Cuestionan las construcciones humanas y su naturaleza efímera. A lo largo del siglo XX, la fotografía evolucionó hasta convertirse en una verdadera forma de arte. Aunque la imagen a menudo reproduce fielmente el edificio, la mirada subjetiva del artista revela una atmósfera, juega con la luz y se vuelve más abstracta. El artista transmite su visión personal de una estructura y sus elementos arquitectónicos. Éstas son las perspectivas que esta selección te invita a descubrir.

¿Cómo podemos tomar medidas positivas cuando estamos en medio de una crisis climática, guerras y una sociedad que está cambiando a una velocidad increíble y colapsando de diversas maneras? ¿Cómo podemos participar cuando nos sentimos absolutamente impotentes ante injusticias globales que parecen estar fuera de nuestro alcance? ¿Cómo podemos recuperar el poder, actuar y avanzar como individuos dentro de un sistema que intencionalmente nos quita poder? La respuesta con la que más me identifico es el cuidado. Cuidado colectivo. El cuidado es un acto radical en nuestra sociedad actual. Un acto de cuidado puede y marcará la diferencia. A continuación se presenta una selección de obras que resaltan el tema del cuidado a través de diversos temas: cuidado colectivo, cuidado personal, cuidado de nuestro planeta, explorados a través de diferentes medios. Como dice Thich Nhat Hanh en “El arte de comunicar” (2013), “El cuidado es el puente que nos conecta entre nosotros”.

Ya se trate de traducir lo más fielmente posible el universo íntimo o el que nos rodea, de enriquecer, purificar o explorar la esencia de un motivo representando lo que no revela, los puntos de paso hacia los lenguajes de la abstracción son múltiples, persistentes y poderosos: el examen del subconsciente, la restitución de emociones indecibles, el asombro ante la exuberancia o el romanticismo de la naturaleza, la expresión de una cartografía del mundo reducida a su estricta esencia, la puesta en escena de una realidad disfuncional, una visión macro o la investigación de lo infinitamente pequeño...

Off Topic (En los confines de la realidad) explora los espacios intersticiales, con sus estrechos límites, entre una figuración onírica, poética, fantasmagórica, esotérica, cartesiana o intuitiva, y su metamorfosis -por deslizamiento o vuelco- hacia la abstracción pura, ya sea lírica, expresionista, geométrica o no objetiva. Esta selección de obras expresa mi fascinación inalterable por este equilibrio delicado, impermanente y flotante; un ir y venir entre el motivo y otros lugares; lo concreto y lo imaginario; lo identificable y lo que escapa a la calificación; el sujeto y el Todo.

Con la curaduría “MirrorMirror (on the wall)”, me interesó examinar lo figurativo dentro de los medios de la fotografía, las obras en papel, la pintura y la escultura. Como experto en fotografía y arte contemporáneo, y como artista que trabaja con performance e imágenes en movimiento, me motivan profundamente los conceptos relacionados con la intimidad y cómo el arte puede utilizarse como vehículo de curación y como catalizador para permitir la revelación de nuestras múltiples identidades. Me guía particularmente el potencial del arte para ser un espacio politizado, capaz de dar voz a grupos minoritarios; para permitirnos compartir nuestra experiencia como un acto de generosidad y empoderamiento.

En un mundo cada vez más visual y homogéneo, siempre me siento atraído por los artistas que buscan alejarse de las narrativas visuales que están demasiado preocupadas por la corriente principal.

Creo que los artistas tienen la capacidad de ofrecer a su público un espejo que permita al espectador ver una parte de sí mismo que quizá no sabía que existía, para que pueda comenzar un viaje de autodescubrimiento y autoaceptación.

El cautivador arte figurativo tiene la capacidad de llevarnos a un viaje para explorar las facetas conocidas y menos conocidas de la experiencia humana.